Ingerida una dosis asesina
de analgésicos, mi hígado revienta;
así la soledad no me atormenta
pero el vómito a muerte me destina.
Sudor frío, terror, sangre y orina.
Conclusión: la autolisis no me renta.
Si de dolor la vida no está exenta,
con torturas y estertores termina.
Pido ayuda, aterrado pero vivo;
en pijama y en vómitos ingreso,
con antídoto negro resucito.
En el salón azul ahora escribo
este soneto con que no expreso
lo que expresar pudiere con un grito.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario