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21.10.15

La traición inocente

La Catedral al lado,
con una mental élite hago almuerzo.
Ir más allá del Bierzo
es mi destino dado;
de allí conocer alguien hago esfuerzo.

Y en verdad allí había
una fémina de ese emplazamiento;
así y en un momento
trabé gran simpatía
con ella y ofreciome alojamiento.

Hablamos a distancia,
y el día más longevo llenó mi lecho
y fue nuestra unión hecho
haciendo trashumancia
por de la Tierra el más nórdico techo.

Cuatro años siguieron
de amor, sexo y amargas discusiones,
y rotas decisiones.
El tercero trajeron
todo lo nuestro a Ávila en camiones.

Al fin llegó la boda
y al poco la traición más inocente.
Quedé solo, de repente.
Una traición con coda.
Una traición que me quebró la mente.

Solo quise morir,
mas el veneno duele más que el duelo
y ya sanar anhelo.
Sólo quiero vivir
y crear con mi esposa nuestro cielo.

Meditación intrascendental

En un oscuro hogar brilla una vela.
He de mirar y no pensar en nada,
inspirar ensanchando la entrada
y espirar como gato en duermevela.

El pensamiento se libera y vuela,
manos y piernas se hacen más pesadas
cuerpo en éxtasis, mente desatada.
Así, dicen, la esencia se revela.

Abro los ojos y la vela sigue,
la cera chorrea en sólidas gotas;
bajo, más bajo, bájase la llama.

Y mi vida, así también se extingue;
el tiempo y los fracasos me derrotan.
Muerta, más muerta, muérese mi alma.

El antídoto negro

Ingerida una dosis asesina
de analgésicos, mi hígado revienta;
así la soledad no me atormenta
pero el vómito a muerte me destina.

Sudor frío, terror, sangre y orina.
Conclusión: la autolisis no me renta.
Si de dolor la vida no está exenta,
con torturas y estertores termina.

Pido ayuda, aterrado pero vivo;
en pijama y en vómitos ingreso,
con antídoto negro resucito.

En el salón azul ahora escribo
este soneto con que no expreso
lo que expresar pudiere con un grito.